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Origen de la corona de adviento



El domingo comienza el Adviento

Estaba preparando un post explicando el origen de la «Corona de Adviento», una costumbre ajena a nuestra cultura que poco a poco se va asentando y que simboliza el trascurso de las cuatro semanas hasta la Navidad. La configuración actual es de origen luterano, pero ya forma parte de la tradición católica.
A mi me ayuda mucho conocer el por qué de las oraciones y las costumbres, supongo que a alguno más, también. Y en esta ocasión con doble motivo, es una costumbre eminentemente familiar, una ocasión perfecta para la catequesis de nuestros hijos y para hacer ‘hogar’.

Tradiciones que dan origen a la Corona de Adviento

Tradiciones y costumbres diversas convergen en esta costumbre familiar de encender velas en una corona de abeto cuatro semanas antes de la fiesta de la navidad,
  1. Simbología desde la historia de las religiones
    Para la antigüedad las lámparas de aceite o las velas confeccionadas con la cera de la abeja, no eran simple linternas modernas, sino objetos con un significado religioso. La luz, que porta la lámpara, se identificaba con los conceptos del bien y del mal, el orden y el caos, la búsqueda del conocimiento, la iniciación, la verdad, la vida y la muerte[1].
    El hecho de encender lámparas y luminarias con una finalidad cultual y apotropaica, está atestiguado en la historia de las religiones. La luz proveniente de la lámpara ahuyenta los poderes maléficos e inquietantes de la tiniebla. La lámpara es signo de la presencia real de Dios. Así el Corán declara: «Dios es la luz de los cielos y de la tierra. Su luz es como una hornacina en la que hay un pábilo encendido» (Sura 24, 35).
    En ocasiones las lámparas, como símbolo de la vida, eran colocadas en las columnas de las necrópolis funerarias y en las tumbas de los difuntos. En la tumba de Tutankhamón, descubierta en 1922 por el inglés Howard Carter, se hallaron lámparas de aceite. La piedad popular cristiana pone la candela, bendecida en el día de la Presentación, entre las manos del fiel, en su lecho de muerte, para que ilumine los últimos pasos de su camino hacia la eternidad.
    El hecho de encender las luces tanto de la casa como del templo tenía un valor religioso cultual. La mujer hebrea enciende ritualmente las luces de la fiesta del Sabbath. Entre los griegos y los romanos cuando el portador de la luz entraba pronunciaba una bendición o un buen deseo tal como «¡buena sea la luz!». A lo que se respondía: «¡Bienvenida sea la luz!». Todavía en el oficio hispanomozárabe se saluda diciendo: «En el nombre de nuestro Señor Jesucristo luz con paz»
  2. La Corona de Adviento objeto litúrgico

    El encendido progresivo de las velas de la corona de Adviento, es una tradición familiar antes que litúrgica. Como en la Hanukkah judía es la familia la que es congregada para leer una lectura breve de la palabra de Dios, rezar una oración y encender la corona. El DPL señala en el número 98 que la costumbre germánica y norteamericana de la colocación de cuatro cirios sobre una corona de ramas verdes se ha convertido en un símbolo del Adviento en los hogares cristianos.
    a) En el Bendicional
    La corona de Adviento no aparece en las ediciones típicas de los libros litúrgicos. Si existe en la edición castellana del Bendicional. Resulta muy interesante en donde se encuentra en el libro litúrgico: En la tercer parte, dedicada a «las bendiciones de las cosas que en las iglesias se destinan al uso litúrgico o a las prácticas de devoción», dándoles una consideración litúrgica y no devocional, pues no figura en la cuarta parte, la de las «bendiciones dedicadas a ciertos objetos de devoción del pueblo cristiano». El capítulo XXXVII está dedicado a la Bendición de la corona de Adviento. Este capítulo comprende una introducción pastoral (núms. 1235-1237); Un formulario para la bendición de la corona en familia (núms. 1238-1240) y un formulario de bendición en la Iglesia (núms 1241-1242): Al comienzo de la celebración de la Misa, después del saludo inicial y sustituyendo el acto penitencial.
    La fórmula de bendición es la misma tanto para la familia como para la iglesia (nums. 1240. 1242). En la misa esta bendición se repite cada domingo, sustituyendo el rito penitencial según se desprende de la rúbrica del núm 1242: «Y se enciende el cirio que corresponda según la semana del Adviento». Se trata de una novedad importante para la consideración de la corona, pues el hecho de recibir una bendición la convierte en un verdadero sacramental, y además, al hacerlo en sustitución del acto penitencial, la convierte en un verdadero rito litúrgico, que contiene una monición y una oración. La liturgia está formada, según la cita afortunada del concilio, por ritos y oraciones, «per ritus et praeces» (SC 48), o bien, textos y ritos «textus et ritus» (SC 21), por lo que podemos declarar que el Bendicional Castellano[12] aprobado por la Santa Sede, eleva la Corona de adviento al rango de rito y objeto litúrgico. Esto supone una riqueza, espiritual y eucológica del libro litúrgico, que cumple con el número 79 de la Constitución de liturgia, que pide, en la reforma de los sacramentales, puedan añadirse otros nuevos, de cara a la participación activa consciente de los fieles, según la necesidad.
    En las observaciones previas núms. 1235- 1237 exponen el significado de la corona del adviento. «La corona es un signo que expresa la alegría del tiempo de preparación a la Navidad». «La bendición subraya el significado religioso del signo» (nº 1235). La Luz indica el camino, aleja el miedo y favorece la comunión; es símbolo de Jesucristo luz del mundo»(nº 1236). La gradualidad del encendido indica la ascensión progresiva hacia la plenitud de la Navidad (nº1236). Todos estos contenidos son los que hemos desarrollado en nuestra exposición; la referencia indirecta a la fiesta de Hanukka se hace patente en estos párrafos. «El color verde de la corona significa la vida y la esperanza» (nº 1236). La corona del Adviento es, pues un símbolo de la esperanza de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte. Porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre por nosotros, y con su muerte nos ha dado la verdadera vida (nº 1237).
    Lo expuesto hasta ahora nos lleva a afirmar que la Corona de Adviento no es un objeto alitúrgico, ni simplemente una transposición pagana costumbres ancestrales. Los simbolismos naturales no son ni paganos ni cristianos, son simplemente religiosos, se hacen patentemente cristianos cuando la Palabra de Dios y la oración los iluminan y los explican. La liturgia actual ha hecho un bello proceso de inculturación para asumir, en las iglesias y las celebraciones, la corona de las luces del Adviento como el objeto que define, de manera plástica, el sentido de este tiempo. Además posee una gran fuerza evangelizadora en el seno de la familia, que se reúne (como el Belén navideño o el árbol de Navidad) en oración entorno al encendido de sus llamas.

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